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Rummenigge y Platini |
En los años 80, el
Calcio italiano fue adquiriendo jerarquía entre los torneos domésticos continentales. Por aquel entonces, los clubes ingleses llevaban muchos años dominando las competiciones europeas.
Sin embargo, la terrible tragedia del estadio Heysel, ocurrida mientras se disputaba la final de la Copa de Europa de 1985, derivó en una sanción que inhabilitaba por 5 años a las federaciones del Reino Unido en campeonatos internacionales.
Aunque el resultado sería lo menos importante, aquel día la Juventus gana finalmente al Liverpool, el gran gigante europeo de las últimas temporadas, simbolizando el relevo entre el país sajón y el latino. Con los equipos británicos fuera de juego, Italia se convertiría a partir de ahora en la mayor potencia futbolística a nivel de clubes durante casi veinte años. Entre 1984 y 2002, los equipos del país de la bota se hincharon a ganar trofeos UEFA.
Italia se convierte en el principal destino en los 80
La realidad es que el Calcio se puso de moda en aquel momento. Durante la década de 1980, cualquier futbolista internacional de renombre ponía rumbo a la liga transalpina si se presentaba la oportunidad.
Las leyes de la federación transalpina con los jugadores foráneos era muy limitante. Tras sufrir sendos varapalos en los mundiales del 74 y 78, la organización había puesto restricciones. Sólo permitía disponer de un jugador extranjero por club, medida que se tomó para intentar fomentar el trabajo de cantera y la promoción del talento patrio. Pasados unos años, la normativa terminó legalizando tres plazas por club poco antes de 1990. Grandes figuras como Rummenigge, Platini, Maradona, Zico, Matthäus, Gullit, Falcão, Laudrup, Klinsmann, Francescoli o van Basten aterrizan en el país para pelear por el Scudetto.
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Ceremonia de inauguración de Italia '90 |
Se celebra el mundial del 90
Precisamente cuando su fútbol de clubes vive un momento álgido, Italia acoge el mundial de 1990 rodeada de expectación. El evento pone aún más en el candelero a la liga local, convertida en epicentro del planeta fútbol. Aquel verano trajo resaca y, de nuevo, se suceden grandes oleadas de fichajes con destino a la liga italiana, aunque no siempre rumbo a los tradicionales clubes grandes. El tope de plazas sigue limitando la confección de las plantillas, y es tal la fascinación por jugar en el Calcio, que muchas estrellas foráneas firman contratos con equipos más modestos. Una clase media irrumpía con fuerza en Italia y Europa. Clubes tradicionalmente segundones convertidos en alta burguesía, contratos sobredimensionados y empresarios pudientes del sector alimentario con delirios de grandeza. Un
cocktail explosivo que permitió disfrutar del mejor caviar al otro lado de los Alpes hasta que la burbuja reventó.
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Zico en Udinese y Falcao en la Roma |
Los grandes siempre son los grandes
Los históricos dominadores del campeonato pueden acceder a grandes fichajes durante los 80 y 90. Ell Milan, sin ir más lejos, arrasa durante varios años en Europa con la tripleta holandesa formada por Rijkaard, van Basten y Gullit. Más tarde aparecen Papin, Weah, Boban y Savicevic, que vuelven a darle otra Copa de Europa al club en 1994, tras las del 88 y 89.
La Juventus consigue ser campeona de Europa en 1985 y 1996. A lo largo de estos años, pasan por el club Platini, Boniek, Laudrup, Kohler, Del Piero, Deschamps o Zidane. Mientras, el Inter goza de la misma columna vertebral que la Alemania campeona del mundo —Matthäus, Brehme y Klinsmann— y, aunque ésta es pronto repatriada, se las apaña para fichar a un tal Dennis Bergkamp. A la liga de 1989 se le suman 3 Copas de la UEFA en los 90, donde se abordan fichajes de la talla de Djorkaeff, Ronaldo, Recoba o Zanetti.
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Maradona y Platini |
Tras los tres históricos gigantes, todos los equipos van cerrando su cupo de fichas foráneas con grandes nombres, y es ahí precisamente donde nace la nueva
clase media del campeonato, que se compone de clubes más modestos o en horas bajas. El bombazo mediático del Calcio les permitirá contar con figuras internacionales de primer nivel. Clubes que se habían prodigado poco hasta la fecha en el noble acto de portar los laureles del triunfo, disputarán durante casi dos décadas los títulos
—y robarán muchos de ellos
— a los históricos grandes de Italia y de Europa.
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Torino de los 90 |
Aquel Torino de Francescoli, Scifo y Martín Vázquez
El
Torino, por ejemplo, ficha a Júnior poco después del mundial de España '82. Tres temporadas estuvo uno de los carrileros zurdos más ofensivos que ha dado el fútbol brasileño defendiendo los colores del
toro antes de irse, dando paso a nuevas incorporaciones de la
verdeamarela, como Müller o Casagrande.
Aunque también gozaba de buen cartel, Enzo Francescoli no pudo encontrar su nivel en la única temporada que estuvo en el club, al que llegó procedente del Cagliari.
Sami Kuffour —futuro campeón de Europa con el Bayern
—,
Martín Vázquez —estrella en el Real Madrid
— y
Enzo Scifo —líder de la poderosa selección belga
— completan la nómina de extranjeros ilustres que pasaron por allí a principios de los 90.
Juntos consiguen ascender al club en la 89/90, ganar la Copa Mitropa en el 91, ser finalistas de la Copa de la UEFA en 1992 y ganar la Coppa Italia en 1993.
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La Samp |
La mejor Samp que se recuerda
La Sampdoria vivió su época dorada entre 1985 y 1994. Ganó una Recopa de Europa, alcanzó el subcampeonato en otra y llegó a jugar la final de Wembley contra el Barcelona en la Copa de Europa de 1992. Además, se hizo con un Scudetto y 4 Coppa Italia
bajo la batuta de Vujadin Boškov.
El buen hacer del
regista Toninho Cerezo, que estuvo seis temporadas en el club tras venir de la Roma, la solidez defensiva de Srečko Katanec o el talento de David Platt, se unieron al buen desempeño de los Pagliuca, Vialli, Mancini, Lombardo o Vierchowod. A mediados de los 90, el club entra en una ligera decadencia, aún a pesar de las incorporaciones de Mihajlovic, Gullit, Seedorf o Karembeu, y la del técnico Sven-Göran Eriksson.
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Tridente del Nápoles |
El Nápoles de Maradona
El Nápoles, por su parte, vive una de las revoluciones más grandes del fútbol italiano a partir de 1984. Es el año en el que el club, que viene de vagar varias temporadas por la zona poco noble de la tabla liguera, consigue fichar al mejor jugador del mundo: Diego Armando Maradona. Sobre él orbita todo el equipo celeste. Forma una dupla de ataque espectacular junto al brasileño Careca, titular con Brasil los mundiales del 86 y el 90. Sumados a Carnevale, Ferrara y unos jóvenes Zola y Cannavaro, consiguen ganar el doblete en 1987, la UEFA en 1989 y revalidar el título de liga en 1990. Así se cerraba la era más gloriosa del club partenopeo, quedando El Pelusa grabado a fuego en las retinas del aficionado napilitano para siempre.
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Hässler y Völler en la Roma |
En Roma aterrizan Cerezo, Falcão, Völler o Hässler
En la capital del país también se llevan los fichajes de relumbrón. La Roma trae a los dos mediocentros de la canarinha: Cerezo y Falcão. Después de la liga del 83, están a punto de ser campeones de Europa en el 84. Ganan tres copas más al final de los 80 y una UEFA en el 91, momento en el que ya habían tomado el relevo Rudi Völler, Thomas Berthold o Aldair. Conti, Giannini o Rizzitelli destacan entre los jugadores nacionales. Más avanzada la década de los 90, irrumpirá la figura de Totti, que será aún más importante en el nuevo siglo, y destaca alguna incorporación extranjera como Hässler, Balbo o Batistuta, aunque no se cosechan más títulos hasta el año 2000.
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Gascoigne y Boksic de celeste |
La Lazio: de Gascoigne a Nedved
La época de los 80 no trae, en cambio, buenos recuerdos para la vecina Lazio. A pesar de fichajes como Pedro Troglio o Rubén Sosa, se viven descensos y problemas de apuestas. Es en los 90, bajo el patrocionio del grupo alimentario Cirio, cuando el club despega.
Complementa a sus baluartes nacionales
—Signori, Casiraghi, Nesta o Marchegiani
— con la calidad de Paul Gascoigne, Allen Bokšić, Marcelo Salas, Pavel Nedved, Sinisa Mihajlovic o Matías Almeyda. Se convierten en un equipo muy combativo, y ganan la
Coppa, el
Scudetto y la Recopa de Europa al final de la década.
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Rui Costa y Batistuta |
Pasión viola con Baggio, Batistuta y Rui Costa
La Fiorentina cuenta en sus filas con el mejor defensa sudamericano: Daniel Passarella. En 1985 consigue incorporar al gran Sócrates, capitán de Brasil y del Corinthians, pero éste no consigue adaptarse y, en su lugar, comienza a destacar la figura emergente de Roberto Baggio. Llegan nuevos fichajes de altura como Dunga, que permanecerá en la entidad cuatro temporada, Effenberg o Brian Laudrup.
El equipo queda subcampeón del la UEFA en el 90, pero las estrellas de la nueva década serán el portugués Rui Costa y el argentino Gabriel Batistuta, que formarán una de las sociedades más temidas del Calcio. El primero será el creador de juego en los tres cuartos de campo, el asistente y el mejor aliado de
Gabigol, que es el perfecto finalizador que cualquier equipo desearía tener. Juntos no solo consiguen hacer olvidar la marcha de Baggio, sino que ganan la Coppa en el 96 y el cariño eterno del Artemio Franchi.
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Grün, Taffarel y Brölin |
El gran Parma de los 90
El Parma describe una trayectoria de altos vuelos desde 1989 hasta finales de la década siguiente. El patrocinio de la corporación láctea Parmalat trae consigo fichajes de altura: Thomas Brölin, Georges Grün o Claudio Taffarel aterrizan en la pequeña localidad del norte.
Harán grande a un club que gana, en un plazo de 11 temporadas, tres Coppa Italia, una Supercopa italiana y otra europea, dos Copas de la UEFA y una Recopa de Europa. A mediados de la década, las sucesivas incorporaciones se convierten en bombazos mediáticos: Hristo Stoitchkov, Gianfranco Zola, Faustino Asprilla, Hernán Crespo, Juan Verón, Fernando Couto y un largo etcétera.
El fin de una era de dominio transalpino
El gran problema de Italia, como le puede pasar a España, es que siempre fue un país poco serio. Las cosas buenas duran hasta que rompen. Las directivas de muchos clubes quisieron estrujar tanto la gallina de los huevos de oro, que se olvidaron de velar por la sostenibilidad del proyecto a largo plazo. Los escándalos de Cirio, Parmalat y el Tottonero dejaron en los huesos a una liga que jugó a conquistar el mundo. Pasaron de tener un Big Three a tener un Big Ten en pocos años, pero lel castillo de naipes acabó cayendo por su propio peso. Quién sabe si volveremos a ver algún día un nivel futbolístico semejante al otro lado de los Alpes.