En el año 1988, tres jugadores holandeses coparon el podio del trofeo Balón de Oro, en un hecho sin precedentes en la historia del galardón. Además, los tres defendían en ese momento los colores de un equipo italiano: el AC Milan.
Hablamos de Marco van Basten, Ruud Gullit y Frank Rijkaard. Fueron, durante unos años, la terna de figuras de un AC Milan que dominó el continente y cosechó tres Champions.
Sin embargo, no era la primera vez que tres jugadores foráneos —y compatriotas entre sí— se convertían en las estrellas del club italiano.
Remontándonos al año 1949, nos encontramos con otro caso similar: Gunnar Nordahl, Nils Liedholm y Gunnar Gren, tres atacantes suecos, conformaron la temida delantera Gre-No-Li, una suerte de precursora de las MSN culé y BBC merengue.
Juntos ganaron dos ligas y otras tantas ediciones de la Copa Latina, además de constituir el núcleo duro de la selección sueca que se colgó el oro en las olimpiadas de Londres en 1948.
Su pase al Milan los inhabilitó, según la normativa de entonces, para jugar con el combinado nacional sueco. Por tanto, no pudieron acudir a la cita mundialista de Brasil en 1950 donde, a pesar de los pesares, la selección nórdica se hizo con un meritorio tercer puesto.
Las carreras de los tres futbolistas iban viento en popa. Nordahl se erigió máximo goleador histórico del club milanista, marcando 210 goles en liga y siendo cinco veces capocannoniere.
A día de hoy, es el tercer máximo realizador del campeonato por detrás de Silvio Piola y Francesco Totti. Incluso superó a toda una leyenda como Giuseppe Meazza.
Por su parte, Gren y Liedholm formaron parte —años después y ya reintegrados en la selección— del equipo que disputó la final del mundial de 1958. Celebrado en Suecia, su país de origen, sucumbieron a la todopoderosa Brasil de Garrincha y Pelé, entre otros.
El recuerdo que dejó aquel tridente nórdico en Milán fue muy grato. Tanto es así que, en cuanto el Calcio levantó el veto a los extranjeros, el club rossonero decidió repetir la jugada.
A finales de los 80 y a golpe de talonario, llegan los tres holandeses. Todos ellos son figuras emergentes y con una proyección que no pasa desapercibida en todo el continente.
En el verano del 87 aterriza van Basten, sin duda el mejor delantero del momento en Europa. También Gullit, un todocampista procedente del PSV que parecía tumbar a los rivales él solo.
Los holandeses sumaban su enorme talento a una plantilla en la que estaban Baresi, Maldini, Costacurta o Donadoni. El siguiente verano, la directiva decidió utilizar la plaza de extranjero vacante contratando a Rijkaard.
Con sus compatriotas formando un ataque de escándalo y la defensa bien apuntalada, apostaron por el polivalente mediocentro del Ajax, que completaba la terna de tulipanes. Llegarían dos ligas y dos Copas de Europa consecutivas.
El golpe de efecto de los tres holandeses a nivel deportivo y mediático fue importante en el país. Los vecinos del Internazionale decidieron emular la estrategia rival fichando a tres de las mayores figuras de la otra gran potencia del momento: Alemania.
Andreas Brehme, Lothar Matthäus y Jürgen Klinsmann se incorporaron en los años siguientes a la disciplina nerazurra, conformando otro trío memorable. Conseguirían ganarle un Scudetto a Berlusconi en 1989.
Llega el año 1990 e Italia alberga la copa del mundo. Las selecciones de Alemania y Holanda llegan en estado de gracia y son las claras favoritas junto con Argentina.
El destino, caprichoso como pocas veces, querría que se cruzasen en octavos de final, en un partido a disputarse en la capital lombarda. En el mismísimo estadio que comparten Milan e Inter (San Siro para los rossoneri, Giuseppe Meazza para los nerazurri).
El duelo trascendería en Milán viviéndose, más que como un partido cualquiera de copa del mundo, como un auténtico derbi local. La hinchada milanista apoyaba en masa a los holandeses y la del Inter a los alemanes que, a la postre, alzarían el trofeo en Roma poco después.
Años después, ambos clubes volvían a contar con sendos tríos de jugadores extranjeros (esta vez, brasileños en ambos casos). Kaká, Dida y Cafú conformaban el esqueleto de un Milan que se alzaría con la Champions en 2007.
Por su parte, el Inter ganaría el trofeo en 2010 con Julio César bajo palos, y Lúcio y Maicon siendo parte de la poblada defensa articulada por José Mourinho.
Casi todos ellos habían coincidido previamente en la selección brasileña que ganó la Copa del Mundo en 2002.
Es cierto que, a raíz de la ley Bosman, el número de jugadores extranjeros fue notablemente ampliado en las plantillas de todos los clubes europeos. Con los años, se convirtió en algo recurrente ver a siete argentinos en la plantilla del Inter, o a 5 brasileños en la del AC Milan.
Gullit, van Basten y Rijkaard posan con el Balón de Oro |
Hablamos de Marco van Basten, Ruud Gullit y Frank Rijkaard. Fueron, durante unos años, la terna de figuras de un AC Milan que dominó el continente y cosechó tres Champions.
Sin embargo, no era la primera vez que tres jugadores foráneos —y compatriotas entre sí— se convertían en las estrellas del club italiano.
Gren, Nordahl y Liedholm, el precedente de los años 50
Remontándonos al año 1949, nos encontramos con otro caso similar: Gunnar Nordahl, Nils Liedholm y Gunnar Gren, tres atacantes suecos, conformaron la temida delantera Gre-No-Li, una suerte de precursora de las MSN culé y BBC merengue.
Juntos ganaron dos ligas y otras tantas ediciones de la Copa Latina, además de constituir el núcleo duro de la selección sueca que se colgó el oro en las olimpiadas de Londres en 1948.
Nordahl, Liedholm y Gren, con la camiseta del Milan AC |
Su pase al Milan los inhabilitó, según la normativa de entonces, para jugar con el combinado nacional sueco. Por tanto, no pudieron acudir a la cita mundialista de Brasil en 1950 donde, a pesar de los pesares, la selección nórdica se hizo con un meritorio tercer puesto.
Gunnar Nordahl, el goleador que marcó una época
Las carreras de los tres futbolistas iban viento en popa. Nordahl se erigió máximo goleador histórico del club milanista, marcando 210 goles en liga y siendo cinco veces capocannoniere.
A día de hoy, es el tercer máximo realizador del campeonato por detrás de Silvio Piola y Francesco Totti. Incluso superó a toda una leyenda como Giuseppe Meazza.
Nils Liedholm y Gunnar Gren, subcampeones del mundial
Por su parte, Gren y Liedholm formaron parte —años después y ya reintegrados en la selección— del equipo que disputó la final del mundial de 1958. Celebrado en Suecia, su país de origen, sucumbieron a la todopoderosa Brasil de Garrincha y Pelé, entre otros.
Suecia, subcampeona en 1958 |
El recuerdo que dejó aquel tridente nórdico en Milán fue muy grato. Tanto es así que, en cuanto el Calcio levantó el veto a los extranjeros, el club rossonero decidió repetir la jugada.
La llegada de van Basten y Gullit
Los dos mejores jugadores holandeses de su tiempo |
A finales de los 80 y a golpe de talonario, llegan los tres holandeses. Todos ellos son figuras emergentes y con una proyección que no pasa desapercibida en todo el continente.
En el verano del 87 aterriza van Basten, sin duda el mejor delantero del momento en Europa. También Gullit, un todocampista procedente del PSV que parecía tumbar a los rivales él solo.
Se suma Rijkaard
Los holandeses sumaban su enorme talento a una plantilla en la que estaban Baresi, Maldini, Costacurta o Donadoni. El siguiente verano, la directiva decidió utilizar la plaza de extranjero vacante contratando a Rijkaard.
Con sus compatriotas formando un ataque de escándalo y la defensa bien apuntalada, apostaron por el polivalente mediocentro del Ajax, que completaba la terna de tulipanes. Llegarían dos ligas y dos Copas de Europa consecutivas.
Matthäus, Klinsmann y Brehme, al Inter
El golpe de efecto de los tres holandeses a nivel deportivo y mediático fue importante en el país. Los vecinos del Internazionale decidieron emular la estrategia rival fichando a tres de las mayores figuras de la otra gran potencia del momento: Alemania.
Matthäus, Klinsmann y Brehme en el Internazionale |
Andreas Brehme, Lothar Matthäus y Jürgen Klinsmann se incorporaron en los años siguientes a la disciplina nerazurra, conformando otro trío memorable. Conseguirían ganarle un Scudetto a Berlusconi en 1989.
La Batalla de Milán
Llega el año 1990 e Italia alberga la copa del mundo. Las selecciones de Alemania y Holanda llegan en estado de gracia y son las claras favoritas junto con Argentina.
El destino, caprichoso como pocas veces, querría que se cruzasen en octavos de final, en un partido a disputarse en la capital lombarda. En el mismísimo estadio que comparten Milan e Inter (San Siro para los rossoneri, Giuseppe Meazza para los nerazurri).
El duelo trascendería en Milán viviéndose, más que como un partido cualquiera de copa del mundo, como un auténtico derbi local. La hinchada milanista apoyaba en masa a los holandeses y la del Inter a los alemanes que, a la postre, alzarían el trofeo en Roma poco después.
Invasión brasileira
Años después, ambos clubes volvían a contar con sendos tríos de jugadores extranjeros (esta vez, brasileños en ambos casos). Kaká, Dida y Cafú conformaban el esqueleto de un Milan que se alzaría con la Champions en 2007.
Por su parte, el Inter ganaría el trofeo en 2010 con Julio César bajo palos, y Lúcio y Maicon siendo parte de la poblada defensa articulada por José Mourinho.
Casi todos ellos habían coincidido previamente en la selección brasileña que ganó la Copa del Mundo en 2002.
Es cierto que, a raíz de la ley Bosman, el número de jugadores extranjeros fue notablemente ampliado en las plantillas de todos los clubes europeos. Con los años, se convirtió en algo recurrente ver a siete argentinos en la plantilla del Inter, o a 5 brasileños en la del AC Milan.