París nunca había sido, hasta bien entrados los años 80, un destino atractivo para ningún futbolista de élite. A semejanza de alguna otra capital europea como Berlín, la ciudad más populosa y conocida internacionalmente del país galo no tenía —hasta hace pocas décadas— ningún club a buen nivel en el Championnat, cuyos laureles siempre se los habían repartido clubes de otras urbes periféricas como Burdeos, Marsella, Reims, Nantes, Lyon o Saint-Étienne.
París luchaba por tener equipos competitivos
El actual dominio aplastante del Paris Saint-Germain en los torneos domésticos, merced a la inversión exorbitada de los jeques qataríes, es una de tantas novedades que ha introducido el fútbol moderno en el país del gallo. El Red Star, equipo predilecto de los círculos de izquierdas y la intelectualidad parisina, rara vez alcanzó la primera división nacional; y el propio PSG —fundado en 1970— tampoco llegó a conseguir una hegemonía clara durante el siglo pasado, pues apenas tenía tres décadas de historia llegado el año 2000. Sin embargo, estos dos clubes no fueron las únicas bazas capitalinas para crear un proyecto futbolístico ganador a nivel nacional y que, incluso, pudiera codearse con los grandes de Europa.
Nace el Racing Club de France
Entre Nanterre y Argenteuil se ubica el barrio de Colombes, enclavado entre meandros del Sena al noroeste de la ciudad. Es aquí donde se funda, nada menos que en 1882, una de las sociedades deportivas más antiguas del país: el Racing Club de France. Creada en primera instancia para la práctica del rugby y las regatas, la entidad acabó desarrollando un múltiple abanico de actividades. La sección futbolística fue ganando adeptos y se proclamó ganadora de un campeonato nacional en la era amateur. Corría el año 1097, y tal gesta provocó la escisión del departamento balompédico respecto a los demás. Además, durante la paulatina profesionalización del deporte comenzó a vivir una pequeña etapa dorada en su todavía corta historia. Entre los años 1930 y 1950 conquista una liga y cinco copas francesas, y en el equipo llegó a jugar un joven Ernst Happel, que alcanzaría la fama internacional tras guiar a Feyenoord y Hamburgo a la gloria europea en décadas posteriores, ya como entrenador.
Crisis en la segunda mitad de siglo
Mediados los años 60, las cosas cambian y el fútbol galo atraviesa un bache financiero generalizado que se lleva por delante a varios equipos, entre ellos al Racing. Penurias económicas y descensos de categoría lo borran del primer plano de la actualidad deportiva hasta que aparece la figura de Jean-Luc Lagardère. El empresario aterriza en el club como mayor accionista en 1982, y proviene del sector armamentístico, las telecomunicaciones y la automoción. Su empresa, Matra, se convierte en sponsor principal de la entidad hasta el punto de cambiar su nombre al de Matra Racing de Paris.
Jean-Luc Lagardère y sus fichajes
El club cuenta con un bloque de jugadores nacionales poco conocidos y milita en segunda división, pero Lagardère contrata a varios jugadores como el camerunés Eugéne Ekéké y los argelinos Ben Mabrouk y Rabah Madjer, con quienes el club consigue el ascenso a la Ligue 1 en 1984. Ya en primera división, Madjer es contratado por el FC Porto, donde ganará la Copa de Europa en 1987, pero la apuesta económica del directivo francés resulta ser mayor cada año, y se sucederán varios fichajes de renombre en los próximas ventanas estivales del mercado. Llegan al Matra Racing jugadores de gran peso en el combinado nacional, como Philippe Mahut —desde el Saint-Étienne— el ídolo del rival vecino PSG Luis Fernandez, el portero Pascal Olmeta o Maxime Bossis, fichado al Nantes y quizás el mejor defensor del país por aquel entonces.
Llegan las estrellas Littbarski, Artur Jorge y Francescoli
Para el verano de 1986, la nómina de incorporaciones se completa con el internacional Thierry Tusseau, los charrúas Rubén Umpiérrez, Rubén Paz y otros dos bombazos que acaparan las portadas de todos los tabloides: el también uruguayo Enzo Francescoli, figura en River, y la estrella de la Mannschaft y el 1.FC Köln Pierre Littbarski. El proyecto del Matra Racing parece destinado a codearse con la flor y nata del fútbol francés y europeo, pero los resultados son mediocres en un equipo construido a base de talonario que acaba luchando por no descender de nuevo a segunda, fallando en su objetivo de clasificarse para jugar competiciones europeas. Littbarski retorna el verano siguiente a su amada Colonia, al no adaptarse a la vida parisina —o al club, o a ambas cosas—, pero la apuesta de Jean-Luc Lagardère continúa firme y aterrizan en París el técnico Artur Jorge, que acababa de proclamarse campeón de Europa con el Oporto, y el defensa Sonny Silooy, ganador de la Recopa con el Ajax e internacional holandés junto a van Basten o Gullit.