Capitanes sin gloria

Uwe Seeler
Uwe Seeler

 

Detrás de cada copa que ha levantado la Mannschaft, se esconde un férreo esquema táctico y un trabajo coral milimetrado. Si Brasil es sinónimo de fútbol-arte o Italia lo es de oportunismo, Alemania suele identificarse habitualmente con el rigor, el sacrificio y la compenetración. Un once con muchos puntales multi-tarea que aportan al conjunto; un todo en el que nadie es imprescindible.

 

Pero al final, en el momento de alzar la copa, hay un capitán que acaba trascendiendo al olimpo de las leyendas. Solo aquel que simboliza el triunfo y encarna el heroicismo teutón, trofeo en ristre, es digno de abrazar la eternidad. Fue el caso de Fritz Walter o el de Franz Beckenbauer. El de Manuel Neuer y también el de Lottar Matthäus. Jugadores irrepetibles que lograron alzar la copa con el aliento de todo un país. Pero el fútbol, como bien sabemos, carece de buena memoria y, a menudo, olvida antes al que se quedó por el camino. Algunos de los que no ganaron fueron, a pesar de ello, tan grandes como los que sí salieron en la foto. 


Los Mundiales de Alemania

Al diferencia de otras potencias, que concentraron sus éxitos internacionales en determinadas etapas, Alemania ha ido dosificando sus títulos mundiales a lo largo del tiempo. Desde aquel  Milagro de Berna, en 1954, los entorchados germanos vienen celebrándose aproximadamente cada veinte años.
 
En esos lapsos de sequía, entre los que transcurren como mínimo cuatro ciclos mundialistas, desarrollaron su carrera algunos de los principales iconos de la Mannschaft. Sin embargo, por su excesiva juventud o encontrarse en el ocaso de su carrera, la fortuna les negó la victoria en una Copa del Mundo.

Uwe Seeler, un capitán para el recuerdo

El fútbol fue particularmente injusto con Uwe Seeler. En el verano de 1954, la RFA levantaba su primera copa Jules Rimet, al tiempo que el menudo delantero centro era promocionado, a sus 17 años, al primer equipo del Hamburgo y con un contrato profesional.

Por aquel entonces, Uns Uwe había formado ya en el once del HSV, e incluso era uno de los jóvenes valores para el seleccionador absoluto de la RFA, Sepp Herberger. Desgraciadamente, la lista de los jugadores participantes para Suiza '54 había sido enviada con la antelación requerida por la FIFA, y fue imposible formalizar su presencia en la competición, de la que los teutones salieron ganadores.

Sin embargo, el joven punta se convirtió pronto en un referente internacional. Las buenas actuaciones que firmó con su club local, que no abandonaría hasta su retirada, le dieron el status de figura emergente en Europa. A pesar de las ofertas de grandes clubes italianos y españoles, Seeler fue fiel a los colores de su HSV. Un auténtico one-club-man que se convirtió en el líder y artífice de muchos títulos durante las 18 temporadas que permaneció allí.
 

El capitán y referente de la Mannschaft

 
También fue el gran estandarte de la selección durante toda la década de los 60, en la fue considerado, sin lugar a dudas, uno de los mejores delanteros del planeta. Con la RFA disputó cuatro mundiales. Jugó todos los partidos posibles y de titular, marcando en cada una de las ediciones un mínimo de dos goles.

En casi todas sus participaciones, estuvo muy cerca de llevarse el trofeo. Para el recuerdo quedará la imagen del cambio de banderines con Bobby Moore en la final de Wembley de 1966. Una errónea decisión arbitral y la presión del ambiente tiraron por tierra en aquel partido sus ilusiones como capitán y las de todo el país.

El de México, en 1970, fue su último mundial. Se llevó el bronce, y decidió poco después retirarse de la selección. En ella, su sustituto natural como nueve —Gerd Müller— y un emergente Franz Beckenbauer le darían a Alemania Federal su primera Eurocopa en 1972 y, seguidamente, el segundo título mundial en 1974. Mermado por la edad, Uwe Seeler se había quedado a las puertas de capitanear a la mejor generación que recuerda el fútbol germano.

Karl-Heinz Rummenigge
Karl-Heinz Rummenigge

Karl-Heinz Rummenigge: se repite la historia

Con un cierto paralelismo a la de Seeler, la vida profesional de Karl-Heinz Rummenigge gozó de un gran reconocimiento. Sin embargo, en lo que a nivel selección se refiere, se desarrolló justo entre los títulos del 74 y el 90, sin que Kalle llegase a ganar ninguno de ellos.

Promocionó con 19 años al fútbol profesional con el Bayern Münich en la temporada 1974/75. Su eclosión coincidió con el declive de Beckenbauer, Müller, Maier, Hoeness o Breitner, lo que lo convertía prematuramente en el líder del equipo bávaro.

En Argentina '78, la RFA pagó el fin de ciclo de sus figuras y corrió la suerte habitual de los vigentes campeones. Tras ese primer fiasco, Rummenigge llegó a España '82 como doble ganador del Balón de Oro, y siendo la estrella en una selección campeona de Europa. Marca 5 goles en el campeonato y pierde la final ante la Italia de Paolo Rossi y compañía.


México '86 fue su segundo mundial como capitán nacional, y el último de los tres que disputaría. Siendo entonces la figura del Internazionale, llegó a la fase final de la competición con su físico mermado por las lesiones. Disputó solo 4 partidos como titular, y no pudo desarrollar su mejor fútbol. Compitió hasta el último momento, pero la Argentina de Maradona se llevó el galardón.

Dejó la primera fila del fútbol un año más tarde, yéndose al Servette. Allí se retiraría poco antes de dar comienzo el mundial de Italia, en 1990. De todos es sabido que la Mannschaft revalidó el título en esa edición, pero ya sin Kalle.

Kahn perdió la final de Korea-Japan 2002
Kahn perdió la final de Korea-Japan 2002

Oliver Kahn también estuvo cerca

1990 fue el año en que hizo su debut en la Bundesliga, estando aún en las filas del Karlsruher. Su corta edad y experiencia le negaron el acceso a la lista de Beckenbauer para el mundial de Italia, y tuvo que ver a Matthäus levantar la copa por la televisión. Pero Kahn se convertiría en un gran portero y una figura internacional en los años sucesivos.

Disputó 4 mundiales desde 1994 hasta 2006, siendo capitán de la selección en los dos últimos —a imagen y semejanza de Seeler y Rummenigge—. En 2002, ganó el Guante y el Balón de Oro del mundial, siendo el único portero en alcanzarlo hasta la fecha, pero quedaría subcampeón ante Brasil en la final de Tokio.

Tras el mundial de 2006, en el que Alemania quedó en tercer lugar, Kahn renunció a la selección, donde un joven Manuel Neuer se haría con el puesto, convirtiéndose en uno de los artífices del título en la edición de 2014.
 

Ballack y la Ley de Murphy

 
La historia de Michael Ballack es similar, siendo otra de las figuras en la final perdida de 2002. Allí continuó haciendo valer su tan enquistada fama de gafe. Aquel verano, el centrocampista nacido en la RDA quedó subcampeón de la liga y la copa alemanas, de la Champions ante el Madrid de Zidane y, como ya era de esperar para muchos, también de la Copa del Mundo.

Su trayectoria futbolística se completó con otro verano aciago en 2008, al perder otras dos finales importantes. No gana la Eurocopa con su país gracias al gol de Torres, y tampoco se lleva la Champions cuando ya vestía de blue, al perder frente al United. En la temporada 2010/11 —en la que el Chelsea justo ganó la orejona— regresó al Leverkusen, donde puso fin a su carrera dos años después, sin haber sido capaz de ganar ningún trofeo internacional de clubes o selecciones.