Luis Suárez Miramontes, un Balón de Oro nacido en Monte Alto

Luis Suárez en el Grande Inter

Con la de Luis Suárez Miramontes (A Coruña, 1935 - Milán, 2023) se cierra el infausto triángulo de muertes que ha sacudido recientemente al deportivismo, confirmando al 2023 como verdadero annus horribilis para una ciudad que pierde a sus tres leyendas futbolísticas más antiguas. La nostalgia del aficionado coruñés queda patas arriba tras el fallecimiento de Amancio Amaro en febrero, el de Arsenio Iglesias en mayo y este último, que se ha llevado al ex-jugador de Deportivo, Barcelona, Internazionale y Sampdoria. Un chaval que nació en el número 20 de la Avenida de Hércules llegó a convertirse en El Arquitecto, uno de los mejores playmakers del siglo XX galardonado con el premio Balón de Oro en 1960.

De la Avenida de Hércules a la de Les Corts

Luisito salió de una casa humilde, en el coruñés barrio de Monte Alto. Pronto hizo las maletas y marchó de su tierra para poder alcanzar cotas mayores. Desde que estuvo en la red de fútbol base del Deportivo, fue quemando etapas muy rápido, comenzando por su primera experiencia en la Escuela Scopelli —impulsada por el entonces entrenador del primer equipo, que consiguió el subcampeonato de liga al frente de la mítica Orquesta Canaro—. Suárez se incorporó con 15 años a la institución, en 1949, y jugó varios campeonatos regionales defendiendo la insignia del club-escuela.

 

Su posterior paso por el Fabril, en septiembre del 53, fue visto y no visto. El Deportivo le daba la alternativa en primera división el siguiente 6 de diciembre. Aún no había constitución, pero en casa de Luis Suárez ese día hubo mucho que celebrar. Debut con asistencia para Moll en el tanto de la honra para los coruñeses, que encajaron un contundente 6 a 1 en su visita al Camp de Les Corts. El público, que era barcelonista en su gran mayoría, aplaudió la actuación del chaval, que desde entonces se convertía en objetivo para la directiva culé.

De Luisito a Don Luis Suárez Miramontes

Antes de terminar aquella temporada, el Barça cerró su fichaje —y también el de Dagoberto Moll— para el nuevo curso. Tan solo 17 partidos con el Dépor en primera le bastaron a Luis Suárez Miramontes para ser reclutado por uno de los grandes del fútbol europeo, en el que pronto supo hacerse indispensable. Y eso que Daučík lo mandó de inicio a jugar con el Condal, equipo reserva de los catalanes. Allí permaneció durante 8 jornadas en las que dejó claro que no había venido de aprendiz, anotando 7 goles desde su posición de mediocentro, y dejando ver hechuras propias de un futbolista de altos vuelos.

 

Amancio Amaro y Luis Suárez Miramontes

De la Copa de Ferias al doblete

Con Plattkó se hizo fijo en el once titular, y al llegar Helenio Herrera consiguió, para asombro de propios y extraños, relegar al banquillo a un László Kubala que pasaba por ser la figura rutilante del equipo en aquel momento. El consiguiente debate en la grada lo fue zanjando el coruñés a base de goles y trofeos. Bajo el mando del técnico argentino sale victorioso en la primera edición de la Copa de Ferias, en el 58, para continuar con un doblete ganando la siguiente campaña Liga y Copa —siendo la final ante el Granada de Arsenio, que hizo el gol nazarí—. 

De Catalunya a la Lombardía

Luis Suárez disputa dos sucesivas ediciones de la Copa de Europa, quedando semifinalista y subcampeón respectivamente. El Benfica de Béla Gutmann le arrebataba un trofeo que ahora el coruñés tenía entre ceja y ceja. Pero su nivel de competitividad interna fue mal visto por la grada, que percibió la implacable ambición del mediocentro como una guerra encarnizada con Kubala, que seguía teniendo muchos simpatizantes entre els socis. Después de ser pitado por su propia afición en varios partidos, el joven centrocampista hizo las maletas para seguir a Helenio Herrera en su nuevo reto al otro lado de los Alpes.

Luis Suárez Miramontes, Balón de Oro de 1960

Justo ese diciembre recibió el máximo galardón individual que puede obtener un futbolista. La votación organizada por el medio France Football arrojó un total de 54 votos para Suárez, por los 37 de Puskás y los 33 de Uwe Seeler. Una gran noticia para su nuevo club, el Internazionale de Milán, que firmaba al mejor organizador ofensivo del mundo para terminar de confeccionar una plantilla histórica. El equipo conocido en los años sucesivos como Grande Inter disfrutó del talento gallego en sus mejores años de forma física y madurez futbolística. Diez exitosas temporadas en las que Luis Suárez Miramontes pudo levantar 3 Scudetti, 2 Copas de Europa y otras tantas Intercontinentales. Su sociedad con Mazzola, Facchetti, Corso, Picchi, Burgnich, Jair y Peiró, entre otros, construyó en la nueva década los cimientos de la era dorada de un Inter que peleó por todos los títulos.

De San Siro a la eternidad

Después de tres nuevas nominaciones al Balón de Oro —dos platas y un bronce— y un decenio siendo protagonista destacado en los recuerdos más dulces de la hinchada nerazzurri, Luis Suárez Miramontes abandona el club en 1970 con 333 partidos y 55 goles como interista, y convertido ya en toda una institución para el club transalpino. Su próxima y última aventura como jugador lo llevaría hasta Genoa, donde apura sus últimos pases vestido de corto a lo largo de tres años en los que sus capacidades se fueron difuminando lentamente.

 

Luis Suárez Miramontes en la Eurocopa de 1964

Del exilio a la primera Eurocopa

Aunque se había erigido en todo un símbolo de los dos clubes cuyos colores defendió mayoritariamente a lo largo de su vida —Barcelona e Internazionale—, entrenó a varios equipos en el Calcio y se quedó a vivir para siempre en Milán, con su familia afincada desde hacía años en la capital lombarda, a Luis Suárez le dio tiempo de ser profeta en su tierra. Nunca llegó aquella Champions siendo azulgrana, y menos tiempo le dio a conseguir nada con su Deportivo. Disputó también los fallidos mundiales de 1962 y 1966, pero el mediapunta logró anotarse un tanto jugando ante sus paisanos —y mano a mano con uno especialmente: el también coruñés Amancio Amaro— en la Eurocopa de 1964. Fue un más que meritorio primer título para unas vitrinas españolas que, por aquel entonces, sólo estaban llenas de telarañas. El de Monte Alto logró ser el jugador diferencial que siempre había sido, tanto en la final contra la URSS como en las semis ante Hungría. Suárez fue, con Amancio e Iríbar, la estrella de un campeonato donde destacaron también Marcelino, Zoco, Fusté o Lapetra.

De la Samp a los banquillos

Tras su despedida de los terrenos de juego, en 1973, desarrollará funciones de director técnico en varios clubes y la selección española, a la que representa en el mundial de Italia 90, realizando un buen papel en fase de grupos y quedando eliminada en octavos ante la tapada Yugoslavia, candidata silenciosa al título que, finalmente, se llevó Alemania. Siguió vinculado después al Inter en labores de despacho, pero Luisito nunca perdió su característico acento de su Monte Alto natal, ni siquiera cuando recibió el Balón de Oro. Un trofeo que, hasta la fecha, no ha ganado ningún otro futbolista masculino nacido en la Península Ibérica. Sólo nuestro paisano Luis Suárez Miramontes.