No me malinterpreten, no hablo del doloroso —y ya recurrente— fracaso blanquiazul en la enésima tentativa de ascender vía play-off. Ni siquiera me estaba refiriendo a la mala imagen exhibida durante gran parte del curso, ya sea el anterior o el actual, por los jugadores de un Deportivo que parece haberse adormilado perennemente, como el paciente que no responde a la reanimación tras haber sido sedado. No hablo de esta larga siesta con trompetas del diablo que dura ya más de tres años y parece no tener fin.
De lo que hablo es de las desgracias, que nunca vienen solas. Y estas tan recientes sobre las que hoy escribo, por previsibles que pudieran ser, no tienen solución alguna. La reciente desaparición de Amancio Amaro, Arsenio Iglesias y Luis Suárez Miramontes ha dejado a Coruña huérfana de sus mayores leyendas vivas, en lo que a fútbol se refiere. De la noche a la mañana se han ido, en apenas 5 meses, tres de los más reconocibles iconos del balompié local.
Tempo de lembranza
Entre los históricos peloteros coruñeses se encuentran nombres como el de Otero, Chacho, Acuña o José Luis. Todos ellos nos dejaron hace ya mucho tiempo, Ahora, el deportivismo llora la pérdida de los tres grandes puntales, todos ellos de avanzada edad, pero que marcaron una época allá donde fueron, ya fuese vistiendo de corto o dirigiendo desde los banquillos.
Amancio y Luisito, héroes emigrados
En el caso de Luis Suárez, fue en Barcelona y —muy especialmente— Milán donde se le quiso como a un hijo predilecto. Sólo jugó 17 partidos de liga vestido de blanquiazul, pero saber que el único Balón de Oro español era de Coruña, era un orgullo para muchos. Sus gestas con el Grande Inter le valieron ser considerado uno de los mejores de la historia en su posición.
Al bueno de Amancio Amaro sí que lo pudo disfrutar un poco más la grada de Riazor. Echó 4 temporadas en un club al que terminó ascendiendo a primera, dejando unos registros goleadores que ya no se ven porque son impropios de esta época. El 7 se fue al Real Madrid y allí, a lo largo de 12 exitosas temporadas, cosechó un palmarés al que pocos jugadores han podido acceder.
El Zorro de Arteixo fue profeta en casa
En cambio, la historia de Arsenio Iglesias está mucho más ligada al Deportivo que la de los otos dos mitos. Sus gestas deportivas fueron mucho menores, y como jugador apenas pudo disfrutar de un subcampeonato de copa con el Granada y un par de titularidades en Champions con el Sevilla. Sin embargo, sus dotes como técnico en Alicante o en Coruña —en tres etapas diferentes— marcó el principio de una revolución en la que el Deportivo llegó a reivindicarse como uno de los mejores equipos de fútbol sobre el planeta. La estatua en Las Esclavas y su título oficial de hijo predilecto por el Concello llegaron tarde para un Bruxo que apenas podía ya reconocer a nadie por culpa del dichoso Alzheimer.
La última vuelta en el Carrusel
No contenta con estas tres ausencias, la parca se llevó también a Pepe Domingo Castaño, el carismático presentador de Carrusel Deportivo y una de las instituciones nacionales más respetadas en el ámbito periodístico. Compartía, con los otros tres ídolos que sí vistieron de corto, el carácter humilde y su devoción por Coruña. Supongo que tardaremos mucho en ver otro luto entre los deportivistas como hemos visto este 2023, un año que seguramente decidiremos enterrar para siempre en el olvido.