Cabría un sinfín de elucubraciones para intentar explicar esta terrible inoperancia de cara a puerta, aunque seguro que ninguna es del todo convincente. El Deportivo genera peligro constante en el área rival, llega bien desde segunda línea y por las bandas se generan centros con destino al jugador de referencia en ataque. Pero no hay caso, y son tres empates cosechados de forma consecutiva. Eso, unido a los cinco de nueve partidos jugados sin ver puerta que acumulamos ya esta temporada.
El robobo de la jojoya
La jornada que finaliza tuvo, además, el aliciente de ver al club levantino denunciando la seguridad entre bambalinas de un Riazor que es bueno para especular, pero no para dejar tus enseres a buen recaudo. Sabe dios qué nos depara el veredicto de una justicia ordinaria sobrepasada por la magnitud de semejantes hechos. La inestimable colaboración de Watson quizás permita a Sherlock desenmascarar finalmente a Josema Yuste y Millán Salcedo en esta nueva secuela de 'El Robobo de la Jojoya'.
Tontalladas al margen, lo visto sobre el césped no tuvo ninguna gracia. Pronto se adelantaba en el marcador un Eldense que, mediante un buen testarazo de Joel Jorquera, dejaba en evidencia una mala salida de Hélton y la poca atención de Ximo en la cobertura. A partir de ahí, los locales dominaron el resto del partido y fue un inspirado Mohamed Bouldini el que peinó con acierto y clase un buen centro de Lucas Pérez para empatar poco después. Corría el minuto 25 de partido, y ya no se movería el marcador.
La mala fortuna de siempre
La segunda mitad fue dejando síntomas del problema que acucia cada día más a un Deportivo que parece saber a lo que juega, pero no termina de rematar la faena. Los intentos de Yeremay, Herrera, Bouldini o Mella, que envió un disparo a la cepa del poste, no consiguieron revertir un marcador que para nada refleja lo visto sobre el campo. Y lo peor es que acaba materializándose en un único punto que de poco sirve para subir puestos en la clasificación.
Imanol dixit
La rueda de prensa ya se adivina antes de suceder. 'Estaría preocupado si no generásemos peligro, pero sé que el gol llegará' es probablemente el argumento —ya recurrente— que esgrima Idiákez en su intervención ante los micros. Razón no le falta, pero eso no quita que debe espabilar en cuestiones de estrategia. Nos falta mentalidad y aprender a jugar asumiendo riesgos. Esos mismos que no gustan a los entrenadores de perfil conservador, pero que pueden salvarte una temporada si la fortuna decide sonreírte, aunque sólo sea un par de veces al año.
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