¡Menuda castaña, Manolín!

Nuevo naufragio deportivista


Esta vez sí que nos hemos superado. Lo visto hoy en el Ciutat de València nos hace mirar con nostalgia a la antigua versión del Deportivo, aquella que generaba mucho y convertía pocos goles, pero jugaba proponiendo. Hace escasamente unos días rumiábamos un fútbol con cierto desorden táctico, pero salpimentado con las delicatessen de turno ahora sí, ahora también. Los Mella, Lucas, Soriano y Yeremay ponían su talento al servicio de un equipo que caminaba a trompicones por esta nueva aventura hypermotion. Pues bien; todo eso se fue al carajo en un solo partido.

Sin ideas ni criterio

La visita al Levante requería de cierto aplomo en el juego defensivo y de actitud e ideas claras arriba. El rival de hoy no había mostrado su verdadero potencial en las jornadas iniciales del campeonato, pero era cuestión de tiempo que la bestia despertase de su letargo. Y, cómo no, fue el Deportivo la primera víctima de este esperado y más que previsible resurgir de los granotas. Lo fue de tal guisa que los de Idiákez dejaron de plantearse competir cuando empezaron a sucederse los envites rivales. Sencillamente reaccionaron al dominio local con carreras sin ton ni son, buscando la pelota como pollo sin cabeza.

A Calero le salió todo a pedir de boca

El Levante hizo dos tantos muy rápido y puso el encuentro en una situación excesivamente cómoda mucho antes de tiempo. A la media hora de juego, tenía al equipo coruñés exactamente dónde y cómo quería. Y después de comprobar lo espeso de ideas que estaba el conjunto visitante, los valencianos regresaron del intermedio bastante tranquilitos. El resultado no peligraba en absoluto, y únicamente fue la soberana relajación del cuadro dirigido por Julián Calero lo que permitió generar alguna ocasión de peligro en el segundo acto.

Situación desesperada, intentos desesperados

Si Villares había mandado una al larguero antes del descanso, Lucas puso a prueba los reflejos de Andrés Fernández en la reanudación. El veterano guardameta sacó una mano espectacular tras un libre directo muy bien ejecutado por el capitán deportivista. También fueron os dous de sempre, Mella y Yeremay, los que intentaron posteriormente tirar de un carro que, esta noche, parecía estar embarrado sin remedio en una ciénaga tétrica y pantanosa. Ni siquiera el clásico movimiento a la desesperada de Imanol surtió efecto, a pesar de que Barbero acabó enchufando una —buena noticia, por cierto— tras centro de David Mella. Sacar a un medio para jugar con dos puntas podría ser una fórmula válida en según qué contexto, pero últimamente da la impresión de que es la única respuesta que se le ocurre a Idiákez cada vez que el reloj empieza a jugar en contra.

Decisiones que no responden a ninguna lógica

Al margen del embotamiento táctico que mostró el Deportivo, sorprendió bastante alguna decisión del entrenador nada más saberse el once que sería de la partida. Se esfuma Ximo Navarro y en su lugar entra un Petxarromán que parecía estar 'castigado' por el error cometido unas jornadas atrás, regalando un balón al rival. Tampoco estuvo Mfulu, y el pivote lo pasaron a integrar tres 'ochos' como son Villares, Soriano y el prácticamente inédito Charlie Patiño. No se explica la súbita titularidad del joven 'repatriado' después de tantas jornadas en las que Idiákez lo ninguneó de forma evidente. Puede que acertase en darle minutos antes fuera de casa que en Riazor, pero ni este era el partido, ni sacarlo en el descanso es la forma de motivar a un chaval que trata de adaptarse al fútbol de aquí.

La mochila de Imanol vuelve cargada de dudas

Algunas son viejas, y otras son nuevas. Pero el macuto está que rebosa y más le vale al técnico donostiarra ponerse a ello y aligerar peso cuanto antes. En lugar de ir solucionando los quebraderos de cabeza que ya existían, estamos generando nuevos problemas que hasta ahora parecían resueltos. Como no se invierta pronto esta situación, las cosas se van a poner feas en el seno del club. Algunos dudan de que Idiákez se acabe comiendo el turrón en Coruña estas navidades. Pero para eso, primero hay que llegar a comerse las castañas.