Rob Rensenbrink (Amsterdam, 1947 — Oostzaan, 2020) es uno de los pocos jugadores holandeses que han triunfado en el fútbol sin haber pasado alguna vez por cualquiera de los tres grandes clubes del país —Ajax, Feyenoord o PSV—. Quizás el único aparte del legendario Abe Lenstra pero, a diferencia de éste, pudo amasar un extenso palmarés. No con el equipo nacional, donde perdió dos finales mundiales y estuvo mucho tiempo a la sombra de Cruyff, pero sí en clubes de la vecina Bélgica.
Comienzos en DWS y pase al Brujas
Hacia 1964, el Ajax no se había convertido aún en el club dominador que triunfaría las décadas siguientes. Ese verano celebraba su primer y único título de Eredivisie el ahora modestísimo DWS Amsterdam, que gozaba de otro prestigio entonces. Un año más tarde, subía al primer equipo un joven Rob Rensenbrink desde categorías inferiores. Jugaba de extremo zurdo y mostraba una clase exquisita y mucha capacidad para el gol. En su cuarta temporada llegó a las 15 dianas para los de Spieringhorn, así que un club grande puso sus ojos en él para incorporarlo: el Club Brugge.
Debut y título en Brujas
El Brujas mejoró su rendimiento en la competición doméstica, donde el equipo fuerte del momento era el Standard de Lieja. El fichaje de Rensenbrink ayudó a los negroazules a conseguir la copa belga en su primer año y dos subcampeonatos ligueros. Su llegada sentó las bases para los futuros éxitos del Club Brugge en la década de los 70 cuando, entrenados por el legendario Ernst Happel, llegaron a la final de la Champions y ganaron 3 ligas consecutivas. Pero el destino quiso que el flaco delantero tulipán abandonase en 1971 la Perla de Flandes para unirse a un club de la capital.
Rob Rensenbrink y el mejor Anderlecht
El club más poderoso de Bruselas se hacía con los servicios del jugador más prometedor de la liga. Un extremo que rebosaba calidad y juego combinativo, pero que ofrecía verticalidad y buena finalización. A sus 24 años, Rob Rensenbrink estaba alcanzando el cénit de su carrera deportiva, y demostró ser una apuesta segura cuando levantó el doblete en su primera temporada con los Mauve. Siguieron nuevos títulos de Liga, Copa y Copa de la Liga, además de tres finales de Recopa de Europa consecutivas entre 1976 y 1978. Robbie ganó dos de tres, y se erigió máximo goleador histórico de la competición con una marca que, aún hoy, sigue vigente en un trofeo extinto.
Figura histórica en el Constant Vanden Stock
Robbie promediaba números de delantero centro y creaba juego desde el mediocampo hasta la boca de gol. Su impronta en el club capitalino, a lo largo de 9 exitosas temporadas, estuvo a la altura del otro gran icono de la afición morada, el prolífico Paul van Himst. El club de Bruselas debe su gran nombre y parte de su patrimonio histórico a esta generación que llevó al club a lo más alto del fútbol internacional en la década de 1970. Junto a Rensenbrink y van Himst estuvieron también Arie Haan, el mediocentro de la selección holandesa, Frankie van der Elst y Frankie Vercauteren. Todos ellos describieron una trayectoria histórica a las órdenes del legendario Raymond Goethals.
Rensenbrink en la Naranja Mecánica
Las gestas de Robbie en Bélgica no pasaron desapercibidas para Rinus Michels, que lo llevó convocado en los mundiales de 1974 y 1978. Con los Oranje, el extremo despuntaba menos que con su club. Rensenbrink siempre estuvo a la sombra de Johan Cruyff, pues compartían la misma posición en el flanco izquierdo del ataque. Si el Flaco llevaba el 14 a la espalda, Robbie llevaba el 15. Hasta se parecían físicamente de una forma razonable. Su papel en la Copa del Mundo del 74 fue más de secundario que de actor principal, y sólo consiguió reivindicarse como estrella una vez que se retiró Cruyff. El mundial de Argentina '78 fue el mundial de Robbie. Su papel fue primordial con 5 goles en 7 partidos, y asumió el rol de líder que el equipo necesitaba. Esa copa estuvo a punto de llevársela Holanda de haber entrado aquel remate que Rensenbrink envió al palo izquierdo de Ubaldo Fillol.
Reconocimiento internacional
El campeonato mundial de 1978 le valió un Balón y una Bota de Bronce, que se sumaba al de Plata conseguido en 1976. Robbie acabó sus días de futbolista en la liga norteamericana de la NASL y en la segunda frnacesa con el Toulouse, y decidió colgar las botas con 34 años. Fue máximo asistente del mundial '78 y máximo goleador de la Recopa de Europa. Nominado en el FIFA 100 y en la famosa lista de 125 mejores futbolistas vivos elaborada por Pelé, el legado de Rob Rensenbrink está a la altura de los más grandes del fútbol neernlandés, por mucho que la vida lo acabó convirtiendo en profeta en tierras vecinas.