Hoy es uno de esos días en que la virgen parece haber decidido visitarnos. Cádiz y Deportivo (2—4) se midieron en un duelo directo por alcanzar la zona tranquila de la tabla, con ventaja inicial para los andaluces, que jugaban en casa. Supieron aprovechar el factor campo durante el primer tiempo, y ahogaron por completo la salida de balón deportivista haciendo presión muy alta y manteniendo un sólido rigor táctico durante los 45 primeros minutos.
La inmerecida ventaja incial duró poco
Cosas de la vida, supongo, pero fue Mella el que terminó abriendo la lata en el '37 contra todo pronóstico. Una internada por banda izquierda tras un pase en profundidad permitió al joven canterano intentar un centro raso que Kovacevic acabó desviando al segundo palo de su propia portería. Pero la mala fortuna del defensor pronto quedó en el olvido gracias a un certero cabezazo de Álex Fernández, que igualaba el marador tan sólo un par de minutos después.
Mfulu y poco más
Era cuestión de lógica. El Dépor no había hecho méritos suficientes para verse por delante en el marcador, y el conjunto local supo reaccionar muy rápido y recomponer la situación. Los gaditanos tuvieron al rival contra las cuerdas durante toda la primera parte, e incluso merecieron rascar algo más camino de los vestuarios. Lo único salvable del Deportivo en todo el primer acto fue un inspirado Nuke Mfulu, que respondió a la apuesta de Gilsanz con oficio, serenidad y mucho trabajo.
El acierto defensivo salva los muebles
Además del congoleño, únicamente fueron dignos de mención Hélton Leite, que sacó una mano abajo a disparo del ex—deportivista Carlos Fernández Luna, y un Pablo Martínez que parece bastante más inspirado que a principios de temporada. En estos dos últimos encuentros ha dejado claro que va a vender muy cara su suplencia, por mucho que Dani Barcia le haya podido comer la tostada en lo que va de año. El hispano-francés ha sido siempre un activo importante para el conjunto herculino, y así lo sigue demostrando.
La mejoría fue cuestión de actitud
Tras el descanso, cambiaron algunas cosas. Los jugadores visitantes empezaron a mostrar su mejor versión, y las ocasiones acabaron por llegar del lado blanquiazul. Una combinación entre Lucas, Soriano y Yeremay permitió al capitán herculino poner el 1-2 en el marcador a los doce minutos de la reanudación. Era la materialización —ahora sí, justa— de lo que venían anticipando los jugadores de Óscar Gilsanz. Era el Deportivo el que esta vez recomponía la situación y semejaba ir encarrilando el partido a su favor.
El show arbitral
Y justo en ese momento, fue un indefendible Lax Franco el que quiso acaparar cualquier protagonismo en el Nuevo Mirandilla. El colegiado murciano señaló el punto de penalti tras una salida de puños por parte de Hélton, a centro lateral de Iván Alejo. Su decisión fue más que polémica y —desde luego— parecía estar absolutamente condicionada por la presión del graderío y el genuíno dramatismo que Carlos Fernández quiso añadir a una acción fortuita que hubiese quedado sin penalizar en 99 de cada 100 ocasiones.
Jaleo en ambas áreas
Corría el minuto 66 cuando, de nuevo, Álex ponía la igualada en el rótulo del abarrotado estadio gaditano. El capitán firmaba así un meritorio doblete que tiraba por tierra las ulteriores ambiciones de un Deportivo que comenzaba a interiorizar el hecho de que podía marcharse perfectamente de la Tacita de Plata con las manos vacías, si no jugaba bien las cartas que le quedaban para el último tramo de partido. Y ahí, justo ahí, se hizo enorme la figura del veterano delantero Lucas Pérez.
Del penalti fake...
Primero intentó compensar el árbitro su equivocación anterior señalando un agarrrón en el área gaditana. El VAR, que misteriosamente no intervino en el penalti contra el Deportivo, sí lo hacía en esta ocasión, dejando claro que a Lax Franco se le estaban viendo las costuras esta noche, independientemente de cuál fuese la óptica del observador. Con Lucas ya dispuesto a patear desde los once metros, el colegiado abortaba la situación in extremis, redondeando una actuación más digna de cualquier chirigota que de un árbitro profesional.
...a quedarnos con diez
No contento con el numerito anterior, también tuvo tiempo de expulsar a Mella de forma muy rigurosa tras una entrada a destiempo. De nuevo, el insólito registro teatral de un jugador cadista hacía picar el anzuelo a un Lax Franco errático y totalmente sembrado en la noche de hoy. Todo parecía cuesta arriba tras desvanecerse la opciòn del penalti compensatorio y —no digamos— cuando además el equipo se quedaba en inferioridad numéria para el último tramo de partido.
Lucas Pérez hace el tercero
Sin embargo, la providencia decidió aliarse con un Deportivo que parecía moribundo, y un centro amortiguado por Barbero, fallón durante todo el encuentro, quedó franco para Lucas, quien se benefició de un mal control inicial que despistó a su marca, y permitió al 7 fusilar a placer la portería local. Los coruñeses volvían a ponerse por delante en el casillero. Y para mayor tranquilidad de la hinchada blanquiazul, el de Monelos sacó de su chistera un pepinazo desde 35 metros que se coló por la escuadra del palo largo de un atónito David Gil.
El misil del hattrick
Se llegaba al final del encuentro después de 10 minutos de descuento, con el luminoso registrando un definitivo 2-4 favorable al conjunto de un Óscar Gilsanz que necesitaba como agua de mayo una nueva victoria a domicilio para ganar tranquilidad y coger aire fresco. Tres puntos importantísimos que volaban hacia Riazor, gracias a tres chicharros del capitán Lucas Perez, quien salió del Mirandilla aplaudido por su antigua afición, en un gesto elegante y maravilloso del público andaluz.